miércoles, 4 de diciembre de 2013

BABY FUTBOL: NOTA A HECTOR RODRIGUEZ Y JUAN MENDICUTTE

¿Cómo llegaron a Deportivo Morón?

- Rodríguez: De la mano de Claudio (N. de R.: Capurro, vicepresidente de la subcomisión de Baby). Nosotros estábamos en Club de Amigos. Él era colaborador. Yo venía de Argentinos Juniors y con algunos papás armamos lo que fue Club de Amigos, adonde un día cae Claudio con sus dos hijos. Entonces se presentó Jorge Ruiz, el ex presidente de Morón, y nos dice que si ganaba las elecciones, tenía intenciones de armar el baby en el club. Lo hizo, así que convoqué a Juan que en ese momento me daba una mano en Club de Amigos, juntamos a todos los chicos y nos vinimos a Deportivo Morón. Teníamos 48 chicos y lo que hicimos fue nada más que cambiar el nombre. Dejamos de ser Club de Amigos y pasamos a ser Deportivo Morón.

- Pasaron de tener 48 chicos a tener más de 270. ¿Por qué se dió este crecimiento en tres años?

- Rodríguez: Un poco de todo. Por el laburo que hacemos, por cómo nos manejamos y fundamentalmente porque es Deportivo Morón.

- Mendicute: Yo creo que más allá de todo eso, hay mucha predisposición nuestra para con los padres y los chicos y de ellos para con nosotros. Todos queremos crecer en esto y formar chicos. Y eso lo ven los padres, están de acuerdo y nos confían el trato hacia esos chicos. Y todo eso influye para que hayamos crecido tanto.

- Rodríguez: Ahora estamos más organizados. Inclusive tenemos una subcomisión. Y si bien en la subcomisión dudan, yo les digo que hasta los 600 chicos no paramos.

- Estás ambicioso...

- ... no. Mirá, cuando llegamos al club dijimos de tratar de mantenernos entre los 5 o 6 primeros puestos y terminamos quintos. Después quisimos ver la posibilidad de meter algún campeonato y metimos dos categorías campeonas invictas, la 2002 y la 2004. Y ese 2011 casi metemos un ascenso. Es más, ganamos el fair play como mejor club por no tener expulsados y por nuestro buen comportamiento. Y en 2012 vinieron estos (señala al presidente del Baby, Gastón Peppa, que está a su lado) con la 9mm. en la cintura (risas) a pedirnos un ascenso. Obviamente, siempre en términos de consenso y buscando la manera de llegar a un logro así. Y bueno, nos propusimos ese objetivo que finalmente logramos.

- Este año obtuvieron campeonatos en tres categorías y el ascenso. ¿Por qué se dieron estos logros?

- R.: Fue todo a base de trabajo. De mucho laburo. Además tuvimos un gran crecimiento en los chicos que venían jugando y se acoplaron otros muy buenos chicos. Nos reforzamos bien en algunas categorías. Pero fundamentalmente, por el trabajo.

- ¿En qué momento pensaron que se podía dar el ascenso?

- M.: A ver, lo pensamos mucho pero no lo hablábamos. Yo creo que el click fue cuando nos mudamos a este club nuevo. Acá pudimos ordenar mejor los entrenamientos y estar todos más organizados, algo que no se daba antes porque no teníamos espacio suficiente donde trabajar. Antes estábamos nosotros dos solos en el viejo Francisco Urbano. Ahora, cuando vimos lo que íbamos a tener, ahí sí dijimos estamos para ascender.

- Se sabe de la búsqueda de muchos padres de querer que sus hijos sean grandes futbolistas y por ende, de las exigencias que muchas veces plantean. ¿Cómo es la relación entre ustedes y los padres?

- R.: Ahí. No es que para nosotros los padres no existen pero sabemos que si les damos un poquito, se nos va a complicar la relación entre nosotros y los chicos porque aparece el padre con ese "biri-biri", cuestionándonos porqué su hijo juega en tal o cual categoría. O inclusive ya nos preguntan si sus hijos van a jugar en Liga Argentina. Y todavía ni siquiera definimos la lista de chicos que van a participar ahí. No echamos a los padres pero tampoco creamos amistad con ellos. Ponemos distancia y así, casi que no tenemos problemas con ellos.

- ¿Qué tipo de problemas pueden tener?

- R.: Y... muchas veces te cuestionan que su hijo no juega mucho, preguntan porqué no lo ponemos, porqué no va a la otra Liga. Algunos padres cuestionan absolutamente todo.

- El trabajo de ustedes muchas veces excede lo netamente deportivo. Hay una suerte de contención y acompañamiento a muchos chicos que lo necesitan. ¿Cómo asumen esta tarea?

- M.: Yo veo a los chicos como si fueran mis hijos. Y acá conocí problemas muy profundos. Y para mí es un placer que los chicos confíen en mí y me vengan a contar problemas personales. Mirá, la vez pasada vino un chico a contarme que con sus amigos empezaron a fumar. Y me pidió consejos. O inclusive muchos nenes que nosotros, con Héctor, vemos que no están bien como el caso de un nene que veíamos triste y nos contó que el padre lo amenazó con dejar de traerlo a fútbol si no hacía un gol. Y te vas enterando de todo eso y te convertís en una suerte de amigo y papá. Y es lindo.

- ¿Es lindo?

- Lo lindo es aconsejar y que ellos te tengan confianza.

- ¿Se logra cierta impermeabilidad a esta problemática social que no tiene que ver con lo deportivo o esos problemas hacen ruido en ustedes?

- R.: Yo hace 30 años que estoy en esto. Y lo único que pienso cuando me plantean un problema así es en tratar de resolverlo. Nosotros vemos a un chico en la primera o segunda práctica y ya nos damos cuenta que algo le está pasando. Lo ves a ese chico amargado y seguramente le está yendo mal en la escuela o su papá la sacude a su mamá o en su familia hay problemas de drogas. Nosotros tenemos que estar siempre con la lucesita prendida. Mirá, yo siempre enseño que esto hay que amarlo. Es docencia pura. No se hace por plata. Se hace por amor.

- ¿Qué se le promete a un chico cuando viene?

- R.: Nada. Absolutamente nada.

- ¿Y por qué viene a jugar?

- R.: Nosotros les enseñamos que vengan a divertirse y a formarse. Vengo de unas charlas que dieron Bilardo, Solari y Almeyda. Y los tres coincidieron en una cosa: No hay que mentirle al jugador. Tengan la edad que tenga. Si no va, no va.

- ¿Y cómo se le dice que no va?

- R.: Despacito. Ojo, por ahí es que no va para esa Liga. Lo que no podés es sacarlo del sistema y decirle que se dedique a otra cosa. Eso es terrible. Nosotros aprovechamos ahora que tenemos cuatro niveles de fútbol. La competencia pura, la competencia mediana, la escuelita y el fútbol recreativo. A partir de ahí vos podés decirle a un pibe que arranque en tal categoría y que vaya subiendo.

- ¿Hay casos de chicos que, teniendo condiciones deportivas, puedan estar bajos de rendimiento por problemas familiares o ajenos al fútbol?

- M.: Pasa. Sin dudas. Hay chicos con buen nivel futbolístico pero con serios problemas alimenticios. No comen o comen mal. Inclusive hay chicos que se acuestan a las 4 de la mañana porque sus papás estaban de joda. Acá nosotros preguntamos todo. A qué hora se acostaron, qué les pasó, con quiénes se pelearon. Enseguida nos damos cuenta que algo no anda bien. O se la pasó frente a la computadora o con sus amigos en la esquina. Y nosotros intentamos suprimir todos esos vicios. Yo todavía no puedo entender cómo un nene de 8 o 9 años anda en la calle a las 2 de la mañana. O cómo un chico de 6 o 7, a la hora de ficharse, no tiene documento de identidad.

- R.: Muchas veces somos nosotros quienes nos ocupamos de hacerles los documentos o de comprarles botines y ropa.

- ¿Quiénes quieren que el chico juegue al fútbol? ¿Los padres o esos mismos chicos?

- R.: Muchas veces son los padres los que quieren. Hay un porcentaje muy alto de padres que quieren tener en casa a un Messi o un Maradona. Y ojo que pasa en todas todas las categorías. Pero mucho más acá abajo que es donde el chico recién empieza. Hay pibes que no quieren saber nada de fútbol y quieren hacer natación o voley. Pero con natación o voley no se gana la plata que se gana en el fúbtol, entendés? Nosotros sabemos que de cada 1.000 chicos, a Primera llegan 3. Y lo que tenemos que hacer es tratar de formarlos como personas. Por eso pedimos, por ejemplo, fotocopias de los boletines. Porque intentamos ayudar a ese chico y a esa familia.

- En cierta forma se meten dentro del núcleo familiar, al menos en el costado educativo.

- R.: Seguro. Y así hubo casos, muy pocos pero hubo, de papás que nos decían que ellos se ocupaban de educar al chico.

- ¿El deporte lleva a ser una mejor persona o hay que tener buena conducta para ser un gran deportista?

- M.: La conducta lleva indefectiblemente a ser una buena persona. Cualquiera sea el deporte, si tenés conducta y disciplina, vas a ser una gran persona.

- ¿Qué es lo que más duele de venir acá?

- M.: No me pesa para nada venir acá. A veces no es tan fácil afrontar ciertos problemas de los chicos. Nosotros, con Héctor, hemos ido a ver chicos enfermos a las casas o en los hospitales. Por ahí no es que me pese venir acá, lo que sí me pasa es que a veces me pone mal ver ciertas situaciones desagradables. Igualmente, enseguida trato de sobreponerme y pensar que el que tiene que salir adelante es ese nene.

- ¿Y la mayor satisfacción?

- R.: Mirá un ejemplo: Dante Fernández es categoría 97. Un año cambiamos de club y Dante se quedó sin sus compañeros. Sus compañeros se fueron a otro club. Y estaba solo, en medio de la cancha, y lloraba. Me senté con él, le pregunté si confiaba en mí, me dijo que sí, y le prometí armar un equipo nuevo, con chicos nuevos y una categoría para pelear el campeonato. Ese año terminamos con esa categoría en cuarto lugar. Entonces él venía y me contaba las cosas malas que hacían sus compañeros porque de golpe se convirtió en el cuidador de ellos. Y esas son las grandes satisfacciones que tiene esta actividad. O el chico que llega a Primera y te lo cuenta porque vos lo tuviste desde chiquito. O se aparece un día y te presenta a su mujer y a su hijo y te dice que a su hijo lo va a traer a jugar al fútbol. 

- ¿La docencia se deja acá o están todo el día pensando en cómo enseñar y contener a estos chicos?

- M.: La docencia nunca se deja. Yo estoy todo el día pensando en qué puedo mejorar. Me la paso viendo qué hacer mejor y qué tengo que cambiar. La persona que ama el fútbol y ama enseñar no deja nunca de sentirlo.

- ¿Hay un objetivo final con el que van a decir "hasta acá llegamos"?

- R.: No. Esto es ilimitado. Yo voy a seguir siendo profe y volcándoles todo lo que pueda a los pibes hasta que el de arriba me diga basta. En mi vida están mi mujer, mis hijos y el fútbol. Yo nunca tuve noche de boliche, alcohol o drogas. No tuve nada de eso por el fútbol. Y no me arrepiento. Al contrario, soy un agradecido de haber podido hacer lo que hice.

- M.: Yo le insisto a Héctor con que dirija a la Primera pero no quiere (risas). A mi me gusta mucho trabajar con chicos. De hecho es lo que más me gusta y lo que amo. Y no pienso dejar de hacerlo nunca.

- R.: Ver que un chico hace un gol y te lo dedica, es inexplicable. Y ahí es donde vemos que entonces, nuestro trabajo está bien hecho.

EXTRAIDO DE MINUTO CERO

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